Tradueix

02 de gener 2020

Barbarie de la creencia

León Moraria


“Es más fácil bombardear el núcleo de un átomo,
que erradicar una creencia”.
ALBERT EISTEIN.

Nada mejor para comenzar un nuevo año que festejar la libertad de la mente de la servidumbre de la creencia. Libertad que día a día atrae a más adeptos, feligreses que abandonan religiones y sectas para declararse librepensadores, materialistas o ateos.

Al ateísmo se llega por propia y libre convicción, por cuanto no hay preescolares ni escuelas ni universidades que lo enseñen. Tampoco tiene templos, curas o pastores que lo prediquen. Ni periódicos, emisoras de radio o canales de TV que propaguen ideas ateas. El ateísmo nunca ha participado de guerras para imponerse ni está enfrentado a quienes predican y creen en la existencia de dioses. No ocurre igual con las religiones que han impuesto sus creencias por medio de la guerra. El emperador Constantino, fundador del cristianismo, lo impuso por medio de la guerra y desde entonces hasta el presente, no ha parado. Continúa con el oscurantismo de la Edad Media durante 500 años; sigue con Carlomagno para fundar su Imperio Romano Cristiano de Occidente bendecido por el Papa; Las 12 Cruzadas durante 200 años al Medio Oriente para asesinar sarracenos; las Cruzadas del Papa a Lombardía, Languedoc y Carcassone para asesinar herejes; las guerras campesinas de Alemania; la evangelización de América y el genocidio de 70 millones de aborígenes; el decreto papal que condenó a la esclavitud a los pueblos de África; y como trasfondo de esta historia de crímenes, el horror de La Inquisición. De no haber impuesto el cristianismo el oscurantismo que identifica a la Edad Media, los grandes adelantos científicos y tecnológicos del siglo XXI, hubieran ocurrido hace 500 años con Leonardo da Vinci, Giordano Bruno, Copérnico, Galileo y la pléyade de maestros del Renacimiento.

Cada religión inventa su propio Dios. En esa vitrina de dioses ¿Cuál será el verdadero? ¿El del hinduismo, judaísmo, islamismo, catolicismo, protestantismo, testigos de Jehová, mormones? Cada religión dice, “mi Dios es el verdadero”. ¿Una verdad que tiene varias explicaciones es verdad? Elemental argumento para demostrar que Dios no existe. Quien afirme lo contrario tiene la carga de la prueba, por cuanto las inexistencias no se demuestran.

Para conocer el origen y evolución de Dios no hay que acudir a las culturas actuales (religiones), sino, a la ciencia antropológica, a la evolución del homo sapiens. Dios es el invento surgido de la ignorancia y primitivismo propios del hombre del Paleolítico que no tenía como explicar, conocer, entender los fenómenos de la naturaleza (lluvia, nevadas, frío, calor, día, noche, viento, terremotos, erupciones volcánicas). A esos fenómenos les atribuye movimiento, animatismo; luego les inventan un ánima, animismo; luego los pinta en la roca o los tallan en madera con forma humana, totemismo. Proceso evolutivo que conduce al politeísmo y monoteísmo. Aterrorizado por su invento, cae de hinojos, le ofrece sacrificios de aves, corderos, doncellas, niños, para aplacar su ira, hacerse grato y pedirle perdón. ¿Por qué hacerle sacrificios al propio invento? Eso no es inteligencia ni sabiduría, es imbecilidad. ¡Liquídelo y problema resuelto! Es lo que hace el librepensador, materialista o ateo y consigue tranquilidad y felicidad.

Ateísmo es la actitud que se asume para liberar la mente de la barbarie de la creencia. La única libertad posible que el hombre puede disfrutar a plenitud está en la mente, que sólo puede ser libre si expulsa el perro guardián de la creencia que nos colocan desde la niñez por la educación en el hogar, en la escuela y ¡horror! en la universidad que se autodenomina “Madre de la Ciencia”. Las pretendidas libertades que el hombre pueda desear están sometidas a la necesidad. Nada escapa a la necesidad (comer, dormir, vivienda, vestido, salud, aborto, trabajo, etc.). Es la gran tirana. Sólo el pensamiento como función cognitiva (cognoscere = conocer) de la mente, escapa a la tiranía de la necesidad.

Para hablar de libertad, primero hay que liberar la mente de la servidumbre de la creencia, del “perro guardián”. Es un necio quien habla de libertad y permanece atado a la creencia de dioses o prohibiciones religiosas. La única libertad posible que el hombre puede disfrutar a plenitud, sin frenos ni cortapisas, está en la mente. No existe otra libertad.

Ciencia y religión no pueden armonizar por cuanto son ámbitos diferentes. Se considera ciencia lo que puede explicarse por un procedimiento a seguir, llamado Método Científico. Religión es toda disquisición mítica (teológica) que se alimenta de leyendas narradas en textos conocidos como “sagrados” (Biblia, Corán, Talmud, Torá, Veda, Mormón; cada religión inventa su libro sagrado). La Ciencia pertenece al ámbito de la Razón y la religión al ámbito de la Fe, que es ciega por cuanto niega la racionalidad.

El cerebro no se hizo para creer = Fe
El cerebro se hizo para razonar = Ciencia      

La teología la inventaron los sacerdotes egipcios que oficiaban en los templos dedicados a los numerosísimos dioses que adoraban. Desde Akenatón hasta el presente, el monoteísmo ha sido derrotado. El politeísmo de la antigüedad impera en el mundo actual, por cuanto cada religión tiene su Dios y cada región sus creencias y apariciones. Hace 12 mil años, el hombre cruzó el estrecho de Bering (Alaska) y se expandió por gran parte del continente. Otro grupo llegó por el océano Pacifico, desde La Polinesia. Durante 11.500 años en América no hubo aparición de vírgenes, ángeles ni cristos. Pero, desde hace 500 años, con la evangelización de los curas doctrineros, hay epidemia de vírgenes y aparecidos en cada país, región y lugar. A cada país le colocan su virgen aparecida: Guadalupe, Chiquinquirá, Coromoto (la única sentada), Luján, etc. Y cosa curiosa, sólo se le aparecen a un “indiecito”.

El Bien y el Mal son conceptos teológicos que no tienen nada que ver con la naturaleza, en la cual, nada es bueno o malo, todo es útil. Pero el Bien y el Mal sirven para sembrar el temor, (terror) por el premio o castigo en el más allá. El mundo de las religiones no está aquí, sino, en “el más allá”, que ofrece dos posibilidades: premio (cielo) o castigo (infierno). Para ir al cielo hay que practicar la virtud, concepto creado por los filósofos griegos, cuya práctica proporcionaba satisfacción personal, concepción que el cristianismo tergiversa, pervierte al transformarla en premio. Practicar la virtud para satisfacción personal no es lo mismo que, para recibir un premio, eso es chantaje. Pero, así funcionan las religiones, sus prédicas tienen ribetes de chantaje.

Dios es el Ser Supremo, inventado por las religiones, dotado de máximos poderes: omnipotente, omnipresente, omnisciente y eterno. Supremo hacedor del mundo. Decide todo, tanto el temblor de la hoja movida por el viento, como, la erupción del volcán que produce el terremoto o el tsunami. Le atribuyen el poder de haber “creado de la nada la luz y todo lo que existe en la Tierra y en el Cielo”. El aforismo científico dice, De la nada, nada adviene. Dios sirve para todo. Los creyentes lo invocan para todo. Ordena el Bien o el Mal a su antojo. Si ordena realizar la maldad, luego castiga al que ejecuta la orden. Para eludir el castigo, las religiones inventaron el perdón. “El que peca y reza empata”. Es el burladero que se le ofrece al que actúa mal, para que evite el castigo. Pero, el perdón no existe. Si el perdón existe ¿Para qué Infierno? Si el Infierno desaparece, el andamiaje teológico se derrumba. Si no hay Infierno ¿Para qué Dios? El Infierno es lo que le da vigencia a Dios, que necesita del mal para existir, de la misma manera que las religiones necesitan de los pobres, de su ignorancia, de su credulidad, de sus necesidades ¡Acabad con la pobreza y las religiones se quedan sin feligreses! Es por eso que el Papa habla de la “Iglesia de pobres para pobres.” La pobreza hay que mantenerla, hay que preservarla ¡Bienaventurados los pobres! Labor cristiana cumplida a cabalidad por Lula, Chávez, Ortega, Mújica y ahora toma el testigo, López Obrador. El cristianismo tiene 1700 años - desde que lo fundó el emperador Constantino - compadeciéndose de los pobres, y en todo ese tiempo ningún pobre ha dejado de serlo, todo lo contrario, la pobreza aumenta en la misma medida que el crecimiento demográfico. ¡Quién se va a acordar de Dios en un mundo de bondades!

El ateísmo es la actitud personal de mayor crecimiento en el mundo. El socorrido lugar común, “Si Dios quiere”, no es la afirmación de Dios, es el permanente cuestionamiento de ese Dios que se invoca. “Si Dios quiere” es una frase condicional, dubitativa, que cuestiona el poder que el creyente le atribuye a su Dios. Es duda que implica negación. Por ahí comienza el ateísmo. Cada quien lleva en la conciencia el germen del ateísmo, es por ello que las religiones deben realizar cada día actos, ceremonias, invocaciones para recordarle a los feligreses que Dios existe. Los musulmanes, desde el alminar (“minarete”) de las mezquitas, cinco veces al día llaman a orar. Igual ocurre con las sectas y religiones cristianas, tienen campanas para llamar a los feligreses a sus templos, para asistir a misas y cultos (prédicas, rosarios cotidianos, antropofagia de la comunión, catecismos), actos acompañados de la lectura repetitiva, empalagosa de pasajes y versículos de sus libros sagrados. Si cómo dicen “Dios es la verdad” ¿Por qué esa verdad hay que invocarla, repetirla cada día, cada hora, cada minuto? ¿Por qué hay que recordársela a los creyentes por todos los medios de difusión posibles? Se cumple el aforismo de Goebels “la mentira repetida mil veces se transforma en verdad”. A pesar de esa prédica, recordatorio constante, cada día más y más feligreses abandonan las religiones y sectas. La redundancia de invocaciones, la sobresaturación de lecturas bíblicas (evangelios, pasajes, versículos) no cumplen el propósito. El feligrés permanece en la creencia por temor, no por convicción. No cree en Dios, cree en la creencia que Dio existe.
En Francia, en 1981 el 70% de la ciudadanía se declaraba católica. Hoy, sólo el 50% y, de este porcentaje, sólo el 50% cree que Dios existe. En España el 80% de la población se declara católica, pero asisten a misa semanalmente, 10 millones, o sea, la cuarta parte de la población. El 55,5% de españoles con estudios superiores creen en Dios, pero el 43,7% no rezan nunca. El 80% de los españoles se declaran católicos, pero, el 75% de los nacidos desde 1970 se declaran poco creyentes. El Vaticano habla de 1.200 millones de católicos en el mundo. Si le aplicamos los porcentajes anteriores, el catolicismo si acaso llega a la mitad (600 millones). Hace 50 años, el 90% de la población de Latinoamérica era católica. Hoy, esa cifra debe estar reducida a la mitad, por el creciente auge de las sectas evangélicas y protestantes, financiadas desde Estados Unidos por las iglesias y por la CIA. Más el crecimiento de librepensadores, materialistas y ateos que en varios países se han organizado y fundado Uniones o Asociaciones de ateos (Venezuela: ULMAVEN2016@gmail.com).
En Colombia en un programa de TV referido al tema de la existencia de Dios, se constituyó un jurado con Fiscal (ateo), Defensor (arzobispo), Juez, Jurado y testigos. Se escenifica el juicio y al final se consulta a los televidentes para que expresen su veredicto. Resultado de la encuesta: 90% dijo Dios no existe; y sólo el 10% afirmó su existencia.
En Estados Unidos el 80% de la población se declara cristiana y están convencidos que la Biblia es historia, en consecuencia, consideran que las leyendas allí narradas ocurrieron, son ciertas: el paraíso de Adán y Eva; el Arca de Noé; el Sol y la Luna que se detienen en la batalla de Jericó; Jonás tragado por la ballena; Sansón y los filisteos, etc. Como seguidores de la Biblia - El Destino Manifiesto - sus gobernantes cometen toda clase de genocidios en los países que invaden, e internamente ocurren masacres de niños en escuelas, de jóvenes en universidades o de civiles en centros comerciales. Invasiones, genocidios y crímenes inspirados en “el libro más letal, la Biblia. (Terry Eagleton).
En Venezuela el ateísmo tiene sus raíces sembradas en el propio nacimiento de la República. Miranda, Bolívar, Sucre, Manuela, Simón Rodríguez, que pertenecían a logias masónicas, en consecuencia, ateas. ¿Cómo alguien puede declararse bolivariano si desconoce la esencia del pensamiento de los próceres de la independencia? Bolívar era librepensador, jacobino, republicano, liberal, materialista y ateo. Nuestra condición de República Laica no tiene discusión. El mayor empeño debe estar en rescatar el laicismo del Estado y de las instituciones públicas, hundidas en la barbarie de la creencia.