por Luís Sotillo
socio de Ateus de Catalunya
Si en otro trabajo anterior califiqué el Siglo de Oro español como el Siglo de Hojalata, ahora, el siglo XIX debería ser el Siglo para Olvidar; pero creo que será mejor: el Siglo para NO Olvidar. Pues quien olvida su historia está obligado a repetirla… y esta mierda de siglo vale más que no se repita nunca. Aunque… ¿no será lo mismo que estamos haciendo ahora? No creo; lo de ahora es más suave.
He de advertir que para mí, el siglo XIX empezó el 14 de abril de 1789 con la toma de la Bastilla. ¡Qué hambre no pasarían los franceses que inventaron la guillotina! En cuanto empezaron a rodar cabezas, se acabó la miseria: Suprimida la monarquía, las aguas volvieron a su cauce y con la suerte de que empezaron a surgir sabios prohombres de ciencia y la casualidad de un Napoleón Bonaparte. Aunque tampoco fue inmediato pues en pocos años, en vez de rey tenían Emperador y tras éste, dos reyes más. Pero en 1830 se acabó la monarquía francesa. En el pino de los franceses, la cuarta rama se tronchó para siempre.
Quisiera que pensarais en «el Pi de les 4 branques» (el de la Torre Girona); cada rama es independiente entre sí, pero todas ellas están conectadas. Una rama es la militar, otra la eclesiástica, la tercera es la ilustración y la cuarta, la monarquía.
Una de las consecuencias de la Revolución francesa fue que en los países vecinos el pánico ocupó las mentes. Si la nobleza entró en cagalera, los eclesiásticos más. Por eso, tomemos como referencia el 1805 (Batalla de Trafalgar, ¡qué lástima!). Pero todo lo que olía a francés era rechazado sin paliativos. Surgió el término «afrancesado» para designar con desdén a quienes tuvieran ideas modernas, de libre pensamiento, de ilustración científica. Dieciocho años después, pediríamos a Francia que nos enviaran los «Cien mil hijos de san Luis».
El nuncio de su santidad de Roma, a través de los arzobispos llegaba a los obispos para que con la colaboración del noble de la zona, hicieran predicar a los párrocos y se sembrara un odio hacia lo francés, que en cuanto surgió la ocasión, se destapó la Guerra de la Independencia. Era el pueblo quien se levantaba en armas. ¿qué sabría el pueblo de lo que pasaba en las altas esferas de poder?Hay que reconocer que en esos momentos, el deseo de los diversos reinos de la época era que después las guerras de Napoleón, urgía revisar los equilibrios de poder en Europa.
Hay que seguir reconociendo que para sublevación, lo que se dice sublevación, la de Fernando con su padre: el Motín de Aranjuez. El 19 de marzo (el día del Padre) del 1808, hay un motín preparado por el hijo y sus asociados, que termina con la abdicación de su padre porque el hijo creía (posiblemente con razón) que Godoy se entendía con su madre y había autorizado la entrada en suelo español de 65.000 soldados franceses que iban a «conquistar» Portugal. Se tuvo la brillante idea de trasladar al rey a Aranjuez por si, ante la invasión francesa, tenían que huir a Sevilla y de allí a América, como había hecho ya el rey portugués.
En 1808, con el Motín de Aranjuez, se había iniciado un proceso que derivó en la Guerra de Independencia. El partido fernandino repuso a Godoy, por lo que Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando VII, quien buscó el reconocimiento en Murat, aunque el final fue que Murat despachó a los dos, padre e hijo, a Bayona y se quedó como el jefe político de España, hasta poner como rey a José Bonaparte. Desde ese momento y hasta 1814, España viviría una situación ininterrumpida de guerra. No fueron estos años propicios para la creación artística, aunque si se multiplicaron las estampas, difundidas desde la clandestinidad, y naciendo un nuevo género: la sátira política, que sirvió como regocijo popular y su mayor protagonista fue José I, llamado «Pepe Botella», cuando era abstemio; llamado también «Pepe Plazuelas» porque en Madrid pretendía derruir viviendas insalubres y hacer plazas a lo francés; porque pretendía suprimir los señoríos y el Consejo de Castilla (¡Ah!, ¿que pretende este «franchute»?); porque quería hacer una pinacoteca, pero no tuvo éxito; aunque fue la semilla del Museo del Prado y pretendió hacer una Constitución liberal, ilustrada pero imposible, pues tenía que ser la de Cádiz, años más tarde y pretendía organizar España en Prefecturas, como en Francia. Por lo antes mencionado, y desde Junio de 1808, los acontecimientos fueron analizados con un valor indudablemente religioso. Era el intruso, ateo y demoníaco José Bonaparte.
Empecemos por el escenario.
Los pronunciamientos militares españoles del XIX
Empezando por el de Riego en 1820 al grito de ¡Viva la Constitución!, van a tener en general un papel potenciador del liberalismo e incluso (el motín de 1866 o el levantamiento del vicealmirante Topete en 1868 con el que se inicia el sexenio democrático), del ala más radical de este liberalismo. El retorno al absolutismo en 1823, tras el trienio liberal (1820-1823) no fue obra de una conjura militar en el seno del ejército español, sino de un ejército extranjero: el ejército francés conocido como «Los cien mil hijos de San Luis», llamado por Fernando VII.
El siguiente escenario es la Caída del Imperio.
Lista de países americanos que consiguieron su independencia en esos años:
- 1810: Colombia y México,
- 1811: Venezuela y Paraguay,
- 1816: Argentina,
- 1818; Chile,
- 1821: Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú y República Dominicana,
- 1822: Ecuador,
- 1825: Bolivia,
- 1898: Cuba
Cuando llegaron las noticias del hundimiento definitivo de las colonias y el imperio, comprobaron que, sin embargo, el pueblo seguía yendo a los toros como si nada hubiera ocurrido. Como comprobación, ver las zarzuelas de la época y las creaciones de escuelas de órdenes de curas durante el siglo.
A ver quien, en su sano juicio, grita hoy ¡Viva España! Esta sería una rama del Árbol de la Ciencia presentado al principio: el sentido común. (Esa rama no existe en este país)
¿Queréis otro escenario?
La lucha fratricida y la incultura.
La guerra de la independencia, ¿fue una guerra civil? Creo que en cierta manera sí. También lo pensaba Goya cuando pintaba cuadros como «Duelo a garrotazos» o «La Riña». Dos españoles dándose garrotazos con las piernas enterradas para no poder huir (eran los duelos de los pobres). Pero, por si alguien duda, que repase las guerras carlistas. Siglo XIX: tres guerras carlistas (1833-1840, 1846-1849, 1872-1876). Todo un proceso de selección intelectual. Y hablando de intelecto, ¿qué progresos intelectuales hubo en España en el XIX? Pues ninguno. Economistas, sociólogos, filósofos, literatos, investigadores iban y venían del exilio según quien gobernase en Madrid.
Muchos autores opinan que la situación española proviene del erial intelectual que se produjo en el siglo XIX, desde la enseñanza infantil a leer y escribir, hasta las investigaciones científicas. Que Joaquín Costa pidiera a gritos «Pan, Escuela y 7 llaves al sepulcro del Cid» y que Unamuno (algo más tarde), dijera aquello de «que inventen ellos». Que en España no hubiera existido una revolución industrial ni política es porque sus intelectuales tuvieron que exiliarse al principio a Europa, donde se daba el caso que los mejores intelectuales españoles estaban en la isla de Jersey (esto es auténtico). Hasta finales del XIX no empezaron a exiliarse a México y en el XX a Sudamérica. Hoy lo vemos repetido también, cuando los universitarios y futuros investigadores, desde jovencitos, han de irse al extranjero para encontrar trabajo.
Lo que decía antes. «¡Viva España!». Aquí solo somos 26 millones de hijos de puta a los que hay que fusilar.
PRIMER PRONUNCIAMIENTO DEL SIGLO, LLAMADO LIGHT O CERO-CERO
No se trata de un acto de enfrentamiento y sublevación, pero sí hubo un acto por el cual, el ejército se ponía a disposición del monarca que en aquel momento, aceptaban como rey. El 17 de abril de 1814, el general Elío, al mando del Segundo Ejército (no sé si habían mas de dos, pero el primer ejército, no estaba para rendir pleitesía), puso sus tropas a disposición del rey y lo invitó a recobrar sus derechos. Fue el primer pronunciamiento de la historia de España, pero por no haber violencia, lo llamaremos pseudo-pronunciamiento.
PRIMER PRONUNCIAMIENTO MILITAR
Fue efectuado en 1820 al mando del teniente coronel Rafael de Riego en la población sevillana de Cabezas de San Juan. Riego comandaba las tropas españolas que iban a ser embarcadas rumbo a América para sofocar a los insurgentes que luchaban por la independencia de los países hispanoamericanos.
La causa fue el descontento social y la inestabilidad económica del régimen absolutista, marcado por la crisis del antiguo régimen iniciada en el reinado de Carlos IV y agraviada por la guerra de independencia y durante el reinado absolutista de Fernando VII.
Este pronunciamiento militar obligó a Fernando VII a firmar la Constitución liberal de 1812, redactada por las Cortes de Cádiz y a establecer un régimen liberal en el gobierno de España.
El siglo XIX escenificará el llamado “baile de los generales”. Espartero es el primer general que ocupa el puesto de regente. Más tarde lo hará el general Serrano. Espartero, con sus plenos poderes, levanta celos de sus compañeros. Fusila a uno de ellos, Diego de León, pero es derribado por una coalición de los otros. Se subleva Zurbano contra Narváez, vence este último. Contra Narváez se levanta O’Donnell. Vuelve a entrar en escena Espartero, pero le sustituye O’Donnell alternando con Narváez. Se levantan Prim, Serrano y Topete. La reina Isabel tiene que abdicar, quedando Serrano como regente y Prim de primer ministro. Prim es víctima de un atentado. Se va el rey Amadeo de Saboya y viene la Primera República. Se levanta el general Pavía y acaba con la República. Vuelve a escena el general Serrano como presidente del poder ejecutivo. Se pronuncia el general Martínez Campos en Sagunto y se reinstaura la monarquía en la persona de Alfonso XII
Algunos acontecimientos conocidos, entre otros, fueron: la Vicalvarada (1854), el Golpe de Pavía (1874), la Revolución Gloriosa (1868) o el Motín de la Granja (1836).
SEGUNDO PRONUNCIAMIENTO MILITAR
Fue llevado a cabo en 1836 por un grupo de sargentos en el palacio real de la Granja de San Ildefonso, que entraron en el palacio a la fuerza y obligaron a la reina regente María Cristina, mujer del difunto Fernando VII, a suspender el Estatuto Real de 1834, restablecer la Constitución liberal de 1812 y establecer un nuevo gobierno progresista al mando de Cánovas del Castillo. Veamos. En septiembre de 1833 muere Fernando VII; le sucede la viuda como regente. De acuerdo. Y en 1836, se sublevan ¡unos sargentos! Si al menos hubieran sido generales… Pero no os desaniméis. En otras ocasiones también ha habido actos similares llevados a cabo por militares de baja graduación. Es como hacer prácticas para el futuro.
TERCER PRONUNCIAMIENTO MILITAR
Sucedió en el año 1854 y fue el llevado a cabo por el general O'Donnell en Vicálvaro (La Vicalvarada) para protestar por la corrupción y la inestabilidad de los moderados en el poder y para reclamar una serie de derechos individuales que no se incluían en la Constitución de 1845, que era de carácter moderado. Derechos que estaban reflejados en el manifiesto de Manzanares, escrito por Cánovas y proclamado por O'Donnell. Mira por donde, este pronunciamiento me resulta simpático. Primero porque yo nací en Vicálvaro y segundo porque “huele” a pronunciamiento de izquierdas: protestar por la corrupción y reclamar derechos individuales.
CUARTO PRONUNCIAMIENTO MILITAR
Tuvo lugar en el año 1868 en Cádiz al mando del almirante Topete y de los generales Serrano y Prim, que se unieron al pacto de Ostende para derrocar a la reina Isabel II. El acuerdo había sido firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el Partido Progresista y por el Partido Demócrata, por iniciativa del general progresista Juan Prim, para derribar la monarquía de Isabel II de España. Este pacto, al que a principios de 1868 se sumó la Unión Liberal, fue el origen de «La Gloriosa», la revolución que en septiembre de 1868 (Septembrina) depuso a la reina española.
Mediante el manifiesto España con honra, critican la crisis política, económica y social y la impopularidad de la reina Isabel II, razones por las cuales se realizó el pronunciamiento y la consecuente revolución.
También se reclamaba la elaboración de una constitución muy progresista y el reconocimiento de numerosos derechos individuales. El resultado del pronunciamiento y la posterior revolución fue el exilio de la reina Isabel II a Francia, la derrota de los realistas y la creación de un gobierno provisional con Serrano como regente y Prim como jefe del gobierno, que acto seguido elaboraron una constitución que satisfacía lo reclamado en la revolución y que era la más liberal hasta el momento.
Los últimos dos pronunciamientos militares del siglo XIX sucedieron durante el periodo de la Primera República, en el año 1874. El primero fue el llevado a cabo por el general Pavía para disolver las Cortes ante la amenaza de que los más progresistas se rebelaran en contra del gobierno moderado que estaba ejerciendo Castelar, lo que llevó a la presidencia al general Serrano, que continuó realizando cambios conservadores en la república con ayuda de los liberales que no apoyaban la república federal.
Después de leer estos últimos párrafos, ¿os dais cuenta de cuantas estaciones de Metro hay en Madrid con esos apellidos? ¿Por qué será?. Les gustan mucho los sublevados. Verás como acabaran poniéndole una calle a Puigdemont.
Pese a la represión que se ejercía contra los sublevados, las conspiraciones liberales de los militares (recuérdese que muchos era masones y por tanto de libre pensamiento y camaradería entre ellos). El peligro de nuevos pronunciamientos llevó a Fernando VII a tomar una medida que ya me gustaría ahora: suprimió el ejército. Sí, ya sé que no te lo crees; pero fue así, aunque para solucionar el problema, pidió a Francia que le dejaran unos cuantos militares. Poco duró la alegría y la medida ya no me gusta. Francia le dejó los Cien Mil Hijos de San Luis. ¡Toma ya!
En 1823 se produjo la segunda invasión francesa (la de los hijos de San Luis) y el Gobierno liberal, por si acaso, huyó a Sevilla pero llevándose como rehén al rey resentido. Cuando fue liberado, lo primero que hizo fue disolver el Ejército porque habían jurado la Constitución y el 5 de abril de 1824 volvió a crear otro ejército, pero esta vez, digamos, «purificado».
Respecto a los Cien Mil hijos de San Luis, enseguida regresaron a su país, pues comían cada día y eso resulta carísimo. No obstante, quedaron unos 28.000, cifra no despreciable, hasta 1828.
En esos mismos años, se depuró la administración, los funcionarios, especialmente maestros, mientras que el descontento criollo, influenciado por el ejemplo de los Estados Unidos, las ideas ilustradas del resto del mundo, las limitaciones al libre comercio y el desarrollo económico e industrial, iban ganando terreno y socavando la grandeza española.
Todos los biógrafos de Fernando VII coinciden en que este personaje, que ya empezó conspirando contra su propio padre, era una persona sin escrúpulos, vengativo y traicionero, que vivió rodeado de una pandilla de aduladores y que oriento su política hacia su propia supervivencia y al que sucedió su hija Isabel II de la que pasamos enseguida a estudiar.
Aparte de la viuda de Fernando VII, María Cristina como Reina regente y del rey visto-y-no-visto Amadeo I, fue Isabel II, la que con su padre, rellenaron sustancialmente la monarquía española del XIX. Vamos por ella.
Con Isabel II me pasa lo contrario que con su padre. Me da pena. Su padre no me da ninguna pena. Isabel, al contrario, vivió contra todo lo imaginable. Creo que fue una luchadora contra todo, incluso contra ella misma.
Nació mujer. Ese mismo año de 1830, su padre abolió la ley Sálica (antes de que naciera), por la que se le hubiera impedido reinar siendo mujer. Tres años después de nacer, muere el padre. Y los varones en la línea sucesoria se encabritan. Se llamaba Carlos y comienzan las guerras carlistas. Todo por el sexo. Se pone a su madre y a Espartero como Regentes hasta que la niña tiene 13 años. Como a los 13 años no tienes ni idea de los es reinar (y más en España) surgen levantamientos contra Espartero sin dejar de tener los problemas con los carlistas. Como una reina «normal», lo que tiene que hacer son hijos, y a ser posible, varones, me imagino que le debieron llenar la cabeza de sexo, ¡a los 13 años! Mayor de edad, a los 14 y casada con su primo carnal el mismo día que cumplía 16 años. Resultaba que esa boda con un primo carnal con el que no simpatizaba, que además era homosexual (según todos los biógrafos), impuesta por gobiernos extranjeros, cuando más te trabajan las hormonas y que tu misión en este mundo es tener hijos, si son varones, mejor. Pues pasó lo que tenía que pasar. El primer guapo que pasara por delante, recibía la llave de su habitación. Genéticamente hablando, los primos carnales necesitaban una dispensa papal, pues por consanguinidad no estaban permitidos.
Hay dibujos «porno» atribuidos (hay quien lo duda) a los hermanos Béquer, dibujante uno y poeta el otro, guardados en la Biblioteca Nacional desde 1991 (antes en un sótano de un museo de Nueva York), que pueden hablar de la promiscuidad de la Corte. No me extraña. Repito: una boda con un primo carnal con el que no simpatizaba, que además era homosexual (según todos los biógrafos), impuesta por gobiernos extranjeros, cuando más te trabajan las hormonas y que tu misión en este mundo es tener hijos, si son varones, mejor. Pues pasó lo que tenía que pasar. ¡Y aparece Puigmoltó!. Enrique Puigmoltó y Mayans (1827-1900), III conde de Torrefiel y I vizconde de Miranda. Militar y aristócrata español. Según algunos historiadores, Puigmoltó fue uno de los varios favoritos-amantes de Isabel II. Le atribuyen la paternidad del rey Alfonso XII de España. Una mejora genética para la dinastía.
Para redondear el estudio del siglo, nos falta tratar de la supresión del Santo Oficio (La Inquisición era un oficio y además santo, ¡vaya por Dios!). Buen gesto el de suprimir la Inquisición, pero inútil, pues se creó el sucedáneo: Las Juntas de Fe. Y con esta estratagema legal, se produjo la muerte del último mártir de la Inquisición, cuando ya no existía, pues era 1826, pero que daba lo mismo. Los obispos valencianos habían creado la «Junta de Fe de la Diócesis de Valencia» y podían matar en la horca a un pobre maestro llamado Gaietà Ripoll, por hereje y masón, puesto que no llevaba a misa a sus alumnos.
Una religión que ahorca a quien no piense como ella, debe tener un estudio en profundidad, metafísicamente hablando.
No olvidemos el siglo XIX o lo tendremos que repetir hasta aprenderlo de memoria.
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