Ismael Gento Fraiz, desde Venezuela
Monja de Convento, pálida y hábito de falda tobillera, la cofia oculta trenzas de novicia y canas de Madre Superiora, olorosas a incienso para no intranquilizar al aprendiz de diablo: Homo erectus.
Vida enclaustrada —desalojadas de primera fila— cerca del altar, pero guardar distancia, no tocar copones y patenas; algún santo varón lo mandó y punto. Escudo contra tentaciones luciferinas: Confesión, vida plana sin Carnaval, escapulario de talismán, rosarios... kyrie eleison y amén.
Monjas mansas, por entrega al Creador y sumisión de género; como disculpando la presencia, aspavientos ante el avanzador destape y desconocen el desenfreno... non nuptae —no casadas— congregadas desde el año 348; desconcertante —óptica viril— su férreo control y apagado carnal.
Jardín del Edén... Byron: todo lo soporto menos la tentación. La provocadora manzanera con su apetecible desnudez, aseguró la continuidad de la sobrevivencia humana. El ser viviente más indefenso al nacer, resultó un complejo bicho social: Homo sapiens; vulnerable sí, pero su agudo intelecto aventajó al mundo animal, y aún frenado por mil temores y espejismos fantasmales, logró resaltar, se impuso a un entorno hostil y asumir la deuda de convertirlo: Edén Perdido.
Las Tablas de los 10 Mandamientos, recibidas por Moisés y todavía extraviadas —pecado mayor— “no desearás la mujer de tu prójimo” advertencia al hombre, el mensaje bíblico correspondía a la época y enfoque varonil. Para Ella, debieran incluir ahora: “no seducirás al marido de tu vecina”.
Sotana y el suplicio de abstinencia, flagelo existencial de inentendible utilidad, más el prodigio de fecundidad maternal, malograda y estéril por torpes ideas envejecidas y añejadas en monasterios empedrados con penitencias... Creencias muy diversas, más apegadas a sus orígenes naturales: los mormones practicaron la Poligamia, el matrimonio plural y el mundo árabe el Harén; ellos nos muestran la estructura civil y línea de deseo, opuestas diametralmente al celibato y el Matriarcado.
La Castidad, espolón de proa en doctrinas budistas y brahmánicas, cinco siglos antes que Cristo, creencias fálicas primitivas, eunucos medievales, ángeles asexuados en el Evangelio de Marcos, los raptores célibes de la tundra. Nirvana, liberación de la carne, ascetismo despojándose de las pasiones... todas al ser de raíz antinatural, tuercen el entendimiento, son freno a la vida, y presagian reacciones enfermizas. Imponen, a todas luces, abolir el arcaico celibato monacal.
Salomón ausente. Decidan los puritanos: Vaticano. Plaza de San Marcos. Repique de campanas y hoguera pública, que ardan los Curas pederastas hasta calcinar sus huesos. La Curia Cardenalicia y el Obispado que barran descalzos la ceniza humeante y eviten, al menos, la polución ambiental.
Mar de fondo. Monja joven, Catalina Bora, desposada por Lutero; se animan los fieles seguidores, desaprueban la confesión y la vergonzosa venta de indulgencias, raíz del dominio acaparador y el enriquecimiento eclesiástico. Buda desposa a la bella Gopa y procrean; sin duda, la prole propia es guía para orientar feligreses. En tormentosas disputas se intenta aprobar el aborto y la eutanasia... El descomplicar la existencia terrenal, pareciera ser la divisa enarbolada.
Francisco, sobrado de intenciones —pero demasiada carga para un solo cristiano—. La Curia Cardenalicia: No descarrilar la Historia, humo blanco de Habemus... si, pero sin alterar. Feligresía numerosa, habituada más a oír, que a escuchar los sermones, poco nuevo sabrá añadir.
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